domingo, 20 de julio de 2014

Fotos de fuego

Y ahora oíd las penas de los hombres;
cómo les convertí, de tiernos niños
que eran, en unos seres racionales.
Y en mis palabras no tendrá cabida
el reproche a los hombres; lo que intento
es mostrar la bondad de mis favores:
Ante todo, veían, sin ver nada,
y oían sin oír, cual vanos sueños,
gozaban de una vida dilatada,
donde todo ocurría a la aventura:
Ignoraban las casas de ladrillos,
al sol cocidos, la carpintería.
Vivían bajo tierra en unas grutas
sin sol, como las próvidas hormigas.
Ignoraban los signos que revelan
cuándo vendrá el invierno y la florida
primavera y los frutos del estío.
Todo lo hacían sin criterio alguno
hasta que, finalmente, de los astros
les enseñe a auspiciar orto y ocaso.
Y el número, el invento más rentable,
les descubrí, y la ley de la escritura,
recuerdo de las cosas, e instrumento
que a las Musas dio origen. Fui el primero
Que sometió las bestias bajo el yugo.
Y el arnés; y al jinete esclavizadas,
las más duras fatigas soportaron
en lugar de los hombres. Bajo el carro
yo sometí el caballo, humilde al freno,
y vana ostentación de la riqueza.
Nadie más sino yo el marino buque
de alas hechas de lino, descubrió,
y que errático el ponto va surcando.
Y pese a los inventos que a los hombres
un día enseñé yo, infeliz, no tengo
medio de sustraerme a mi desgracia. 


(Fragmento de Prometeo encadenado, de Esquilo)

Y después de demostrar mi cultura sin igual, las fotos




















































































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